Nos pasamos la vida comparándonos con las personas que tenemos a nuestro alrededor.
Desde pequeños, somos comparados con nuestros herman@s, prim@s, con nuestros compañer@s de clase en el colegio… forma parte de nuestro desarrollo: la comparación con aquell@s que nos rodean nos ayuda a superarnos día a día, nos ayuda a crecer, nos ayuda a avanzar.
Es estupendo aprovechar los beneficios que nos produce observar a los demás, tratar de llegar al mismo nivel e incluso, por qué no, superarlos. En muchos casos es una motivación extra que nos hace dar lo mejor de nosotros mismos.
La competitividad no es negativa, pero: ¿dónde está el límite?
En algunos casos, cuando ya se ha conseguido todo lo que se quería, en el afán de obtener reconocimiento, algunas personas no se conforman con compararse con los que tienen a su alrededor, sino que se convierte en obsesión «ser más» , «tener más», y «que se vea».
Aunque podamos pensar que estas comparaciones son más características de los hombres, de ahí la expresión que da título a este post, realmente no tiene que ver con el sexo, sino con la energía predominante en cada uno. Se trata en este caso de una característica asociada a la energía masculina. Todos tenemos energía masculina, «yang«, y femenina, «yin«, y lo ideal es conseguir el equilibrio entre ambas, acordaros del símbolo que lo identifica:
En próximos artículos os hablaremos del interesante mundo de las energías: saber más sobre ellas, nos ayudará a conocernos y mejorar nuestras relaciones.
Llama la atención que algunas personas, en lugar de esforzarse por alcanzar su mejor versión, buscan ese crecimiento poniendo un pié encima al que tienen al lado. Su objetivo ya no es hacer de forma excelente la tarea que les ocupa, sino demostrar que lo hacen mejor que los demás, en algunos casos creciéndose al llegar a la humillación de los que le rodean. ¿Conoces algún caso?
Esta actitud, lejos de ser una demostración de poderío, de valentía, es una muestra de una baja autoestima, de una necesidad de destacar no acorde con las capacidades y méritos de quien se comporta de esta forma. Detrás de este comportamiento se encuentran posiblemente situaciones vividas en el pasado, en la que esa persona percibió que se comportaban con él/ella de esa forma, y lo que busca es «ajustar cuentas».
Pero, ¿por qué lo tenemos que pagar los demás?, os preguntaréis.
Forma parte del juego de la vida, y de las cartas con las que cada uno ha decidido jugar. Estoy segura de que esas personas no son felices comportándose así: os proponemos jugar a identificarlos y aprender de sus errores. Siempre es posible seguir aprendiendo y una de las grandes virtudes que no podemos comprar con dinero, es la humildad de darse cuenta de ello.
Es posible que hayáis escuchado recientemente a alguien deciros : «no tienes ni idea», con un tono de prepotencia que os ha herido, precediendo a una demostración de lo bien que lo hace esa persona, o en algunos casos un discurso de los éxitos que consigue haciéndolo «como hay que hacerlo». No os preocupéis: si esa persona realmente tiene seguridad en sí misma y en lo que hace, no le importará mostraros cómo podéis llegar a hacerlo, y podréis aprender y seguir avanzando en vuestro camino, y sobre todo seguir creciendo.
A través de las herramientas que nos ofrece el coaching, podemos ayudaros a sacar vuestro máximo potencial a la luz, para que podáis alcanzar vuestra mejor versión, no con el objetivo de ser más que nadie y alimentar vuestro ego, sino para que potencieis la seguridad en vosotros mismos y vuestra autoestima. ¿Os gusta como reto de este nuevo año?