emporesas¿Cuánto puede resistir un equipo bajo un liderazgo tóxico?
¿Cuántas ideas, talentos y oportunidades se pierden cuando el ego ocupa el lugar del liderazgo consciente?
En mis procesos de coaching con líderes y equipos de alto rendimiento, escucho historias que se repiten con demasiada frecuencia: empresas que no avanzan, no por falta de talento, sino por un liderazgo basado en el control, la desconfianza y la desvalorización de los demás.
Hoy quiero compartir una de esas historias que me trasladó una clienta en sesión. No es un caso aislado. De hecho, muchas organizaciones están gestionadas por personas con excelentes credenciales académicas, pero con grandes carencias en habilidades de liderazgo emocional. Y el impacto que eso genera en sus equipos es devastador.
Cuando el “yo” lo ocupa todo
Mi clienta forma parte de un equipo con un potencial enorme: profesionales altamente cualificados en áreas como tecnología, marketing, estrategia y finanzas. Sin embargo, el entorno en el que trabajan está completamente condicionado por el estilo de liderazgo de una figura dominante que no les permite desarrollarse ni tomar decisiones.
El líder en cuestión procede de un área técnica que no guarda relación directa con ninguna de las funciones clave del equipo. Aun así, tiende a intervenir constantemente en decisiones de departamentos especializados, cuestionando criterios técnicos y estratégicos de profesionales con amplia trayectoria en sus respectivas áreas.
Esta actitud genera tensión, especialmente cuando se desautoriza a expertos en tecnología, marketing o gestión financiera, incluso ante consultoras externas con décadas de experiencia.
Reuniones unidireccionales y equipos silenciados
Según me contó mi clienta, las reuniones se han convertido en monólogos donde el líder ocupa el 95% del tiempo hablando sobre sus logros, sus títulos, lo mal que hacen las cosas las demás empresas y lo buenos que son los productos y servicios que ha desarrollado. La participación del equipo es casi inexistente, y los potenciales clientes apenas logran intervenir.
El ambiente se ha deteriorado tanto que los profesionales han optado por obedecer órdenes sin cuestionar, aunque estén convencidos de que las decisiones tomadas no funcionan. Prefieren seguir instrucciones erróneas antes que entrar en conflictos interminables con alguien que no escucha ni está dispuesto a cambiar de opinión.
El resultado: no se cierrea ninguna venta. El proyecto sobrevive gracias a subvenciones y apoyo de inversores, pero el avance real es mínimo.
El impacto emocional del mal liderazgo
Más allá de los resultados empresariales, lo que más duele en estos casos es el daño emocional al equipo. La desmotivación, la frustración, la pérdida de confianza y el desgaste continuo generan un entorno laboral tóxico que termina afectando a la salud mental de las personas.
Mi clienta, tras intentar generar un cambio a través del diálogo, fue desautorizada y desplazada. Actualmente, se comunica con esta figura únicamente a través de un intermediario porque el líder considera que ella “no entiende” lo que se le dice, a pesar de que lo que transmite son recomendaciones directas de los profesionales responsables de cada área.
El ego mal gestionado: un obstáculo silencioso
Esta historia refleja una realidad que aún no se habla lo suficiente: el ego como freno para el crecimiento de equipos y organizaciones.
Cuando el líder cree saber más que todos y se niega a escuchar otras voces, no solo bloquea el talento: genera un sistema de dependencia disfuncional, donde se trabaja por inercia, sin propósito, sin motivación y sin resultados.
Un liderazgo egocéntrico no construye, no suma, no eleva. Aísla, desgasta y desconecta.
¿Cómo pasar del liderazgo tóxico al liderazgo consciente?
Un verdadero líder no necesita demostrar constantemente lo que sabe. Necesita estar dispuesto a:
-
Escuchar al equipo con apertura real.
-
Reconocer sus propias limitaciones.
-
Delegar con confianza y respeto.
-
Valorar la experiencia de los demás.
-
Generar espacios de participación, no de imposición.
-
Asumir que el éxito colectivo es más valioso que el protagonismo individual.
Liderar desde la conciencia es liderar con humildad, empatía y visión colectiva.
¿Cómo identificar si estás viviendo (o ejerciendo) un liderazgo tóxico?
Aquí algunas señales de alerta:
-
Las reuniones son acaparadas por una sola persona.
-
Se desautoriza públicamente a expertos sin criterio técnico.
-
Se ignoran o minimizan las aportaciones del equipo.
-
Hay tensión constante, desmotivación o rotación.
-
No se logran resultados concretos a pesar del talento interno.
-
Las decisiones se toman sin escuchar a los implicados.
-
El líder opina y corrige en todas las áreas, aunque no las conozca.
¿Qué hacer si estás en un entorno así?
-
No normalices el maltrato emocional ni la desvalorización profesional.
-
Busca apoyo en aliados internos o en acompañamiento externo.
-
Cuida tu salud mental y emocional, ante todo.
-
Evalúa si puedes influir para mejorar o si es hora de irte.
Reflexión final: ¿lideras para sumar o para imponerte?
Si eres líder o aspiras a serlo, te invito a hacerte estas preguntas:
-
¿Estoy liderando o estoy controlando?
-
¿Estoy dejando espacio para el crecimiento del equipo o necesito tener siempre la razón?
-
¿Estoy escuchando de verdad o simplemente esperando para imponer mi visión?
El liderazgo consciente no es una técnica, es una forma de estar en el mundo.
Y el primer paso es mirar hacia dentro con honestidad.
📩 Escríbeme para comenzar: hola@leticiapradacoach.com
📆 Agenda tu sesión informativa gratuita aquí: reserva
Porque el liderazgo del futuro empieza por ti 💫



